Existe algo que nos inquieta, nos saca de quicio, nos supera. Está presente en la vida de cada uno. Puede ser un problema real o ficticio; un defecto (o virtud) propio o ajeno, una situación, algo permanente o pasajero.
Algo que se nos va de las manos y nos perturba.
Nos perturba pues no sabemos digerirlo o solucionarlo.
En mi caso, tiene nombre y apellido, y tal vez su problema es que tiene la única enfermedad que se cura con los años: La juventud.
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